sábado, 13 de octubre de 2012

Sueños que se quedan en solo eso, sueños.

La libreta queda hundida en la arena, al igual que la pluma, y a partir de aquí, comienzo a hablarte con mi corazón. 

Después me tumbo completo, en ese suelo de tierra, con la cara pegada a la arena que comienza a picar mi piel. Las olas del mar baten poco a poco contra las rocas. Si estuviera lo bastante cerca, la marea llegaría a mí y me abrazaría por completo. 


¿Crees que la marea…me lleve a ti? 

¿Y si cerrara mis ojos? Quizás cuando los abriera aparecería al otro lado de la luna, donde tú estás. Me darías la mano y me dirías…”Que tonto, te has dejado llevar por la marea ¿Estuviste dormido todo este tiempo? Levántate ya y choquemos los puños, pero no en una batalla, sino en un gesto de amistad verdadera. Olvidemos todo. No quiero pelear contigo a morir, quiero pelear contigo todos los días, y terminar cansado, comer y luego notar que te has escabullido antes de la cuenta, quiero gritarte desde lejos que eres un maldito, y quiero escuchar tu risa, para luego irme a casa y dormir, pensando que mañana será mucho más divertido” 

Sigo escuchando el ruido de la marea. No quiero abrir los ojos. Siento que el ruido se hace lejano. Quizás…me estoy durmiendo. Eso es lo que haré. Me dormiré y entonces despertaré. Cuando abra mis ojos, te veré, y todas esas cosas me las dirás en la realidad. 

Entro en un sueño sin sueños… todo es negro, como el velo de una suave cortina. 

Escucho el ruido de las olas, el calor de la mañana que me abraza la cara. Siento la mitad de la cara en la arena, de cuya picazón me he olvidado. Mi corazón late con violencia, se me dibuja una sonrisa en el rostro. Ya es hora, tengo que abrir los ojos. Comienzo poco a poco, acostumbrándome a la luz de los rayos del sol. Me siento emocionado. Sé que he llegado al otro lado de la luna, porque siento mi cuerpo mojado por las olas. Seguro que el mar me ha arrastrado y, dormido, he completado el viaje. 

Como no me hablas, suelto la risa y me pongo a cuatro patas en la arena. 

-Basta, choquemos los puños ya.- digo con una sonrisa que muestra todos mis dientes. 

No hay nada… 

Sigo en la isla. El chico pulpo vendrá a buscarme, para seguir con el entrenamiento ahora que he domado al 9 colas. Seguimos siendo enemigos, tú y yo. Seguimos buscando poder cada quien a su manera. Seguimos pensando que somos rivales, y seguimos estando lejos. 
No hay choque de puños, ni sonrisas, ni un yo corriendo antes de la cuenta, ni un tú gritando que me he escapado otra vez, ni mi risa traviesa por hacer lo mismo, ni una noche antes de dormir, en la que pensemos… 

Que mañana…será más divertido que hoy…


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